El futuro del periodismo: El público sólo pagará por las noticias que quiere

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La columna Free Exchange, en la última edición de The Economist, analiza el trabajo del joven economista de la Universidad de Chicago Matthew Gentzkow, quien acaba de ser premiado con la medalla John Bates Clarck por sus investigaciones sobre “la volátil economía del negocio informativo”.

Gentzkow ha constatado que la lectoría de periódicos ha venido cayendo, pero incluso desde antes de la masiva difusión de Internet. De ahí que la web en sí misma no necesariamente haga peligrar el periodismo, sino tal vez cierto periodismo. Si bien el retorno por cada hora de lectura de diarios impresos se redujo a la mitad entre el 2008 y el 2012, el retorno publicitario por cada hora de lectura de versiones online de periódicos aumentó en el mismo período. Free Exchange concluye de lo anterior que la rentabilidad en el periodismo hoy está directamente asociada a la capacidad de un medio de realmente captar la atención del lector.

De lo anterior se colige, entonces, que el buen periodismo paga, y seguirá pagando. Es más, seguirá siendo pagado directamente por el lector (y no sólo indirectamente vía publicidad). Es lo que viene diciendo hace años John Ridding, CEO del Financial Times, que cobra por su contenido online (el otro caso famoso de esto es el New York Times).

Hoy, cuando se está produciendo un verdadero boom de lectoría a través de smartphones (aunque esa plataforma funciona para cierto tipo de contenidos, no para todos), mi conclusión sobre el futuro del periodismo es que la tecnología no necesariamente matará al periodismo en papel impreso, y tampoco al periodismo calificado, vía el triunfo del contenido online gratis. Como dice Ridding, el buen periodismo exige inversión y la inversión, a su vez, rentabilidad; si toda la información fuera gratuita en el futuro, se acabaría con el periodismo de calidad. El modelo del propio The Economist, como menciona Free Exchange, es combinar contenido gratuito y pagado, bajo la certeza de que uno no canibaliza al otro y más bien la buena información gratuita despierta el apetito por mayor análisis en profundidad, ahí sí previo pago. El tema es que son pocos los que requieren esa especialización y se animarán a pasar por el paywall.

Pero, como explicó Chris Anderson, la economía del long tail (cola larga) consiste en ganar dinero al cobrar a unos pocos un alto precio unitario por un producto o servicio muy específico (SE 1114, 1208). A eso le llamo, en el ámbito informativo, la ‘itunización’ del periodismo. Antes de Itunes muchos pagaban, digamos, US$10 por un álbum de 15 o más canciones, y ahora cada uno paga en Itunes, digamos, US$1 por cada canción, pero escogiendo sólo las que quiere. El costo unitario es mayor, pero terminas gastando menos y consumiendo exclusivamente lo que quieres. Con la información ocurrirá otro tanto: la gente pagará por las noticias, columnas y artículos que quiere, y sólo por esas, incluso a un precio unitario mayor. La tecnología hoy permite rastrear los intereses de cada lector muy fácilmente, y ofrecerle contenidos vinculados o parecidos. Nadie quiere pagar por un montón de páginas y tópicos que no le sirven ni interesan, pero sí por el contenido ‘a la medida’. Lo indiferenciado –la noticia-commodity– es lo que está condenado a la gratuidad.

Autor: Gonzalo Zegarra Mulanovich
Fuente: SemanaEconomica.com

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